+Llegada de Shihouin Yoruichi+

La Luna llena, blanca como la nieve, predominaba sobre el moteado y obscuro cielo de estrellitas. El camio hacia el alto y obscuro edificio de la Orden quedaba un poco lejos, aunque no importaba cuánto o cómo debía de recorrerlo.

Hacía tiempo que estaba recorriendo el camino para lo que ahora estaba destinada a ser, una Exorcista, una servidora del Dios y el Vaticano, combatiendo a aquellos que habitan en la oscuridad, los Akuma. Había sido nombrada recientemente Exorcista por el mismo General Tiedoll, que al mismo tiempo era el General al que escoltaba con Kanda Yuu y otros Exorcistas a su cargo.

El poco viento nocturno agitaba los árboles y los cabellos así como el traje negro de telares ceñidos de una mujer de alta estatura, con el cabello corto azabache con un leve tono azulado y ojos del mismo color azabache, fríos y firmes, salvo unos mechones trenzados que caían a la altura de la espalda, y que estaban envueltos en tela blanca, y en cuyo extremo de cada uno se hallaba una anillla dorada. Una kodachi tintineaba al sonar de sus firmes y determinados pasos, sin detenerse ni mirar atrás, ondeando sus ropajes y el haori negro con los rebordes plateados y blancos.

Yoruichi Shihouin, aquella Comandante Suprema de las Fuerzas Especiales y Comandante en Jefe de la Milicia Ejecutora, el subgrupo que se especializaba en los asuntos más serios, había sido asimismo elegida por Dios para cumplir su voluntad.. con la Inocencia, el poder materializado de la voluntad del mismo Dios..

Mientras tanto caminaba, un pequeño grupo de golems similares a pequeños murcielaguillos negros, con un cristal azulado por donde era llevada la cámara hacia, probablemente, la sección científica.

Se detuvo al llegar ante las puertas del Guardián, a la espera de que la recibieran o algo, consciente de que ese pequeño grupo de golems se había concentrado alrededor suya, observándola, mientras ella continuaba seria y demasiado tranquila, aunque con la mirada distante, severa y firme, ignorando a los gólem.

Cuando la chica se planta delante de la puerta, todo sigue igual: un immenso vacío en la noche, y todos aquellos murcielaguitos rodando a su alrededor, grabando la imagen de la chica sin dejar ángulo muerto alguno. Seguidamente, se oye una voz que parece proceder de un altavoz muy potente. -Ponte en frente del guardían de la puerta, el te analizará y te dirá si puedes pasar.- dejó el mensaje la misteriosa voz. El guardián permanecía impasible, a la espera de que la chica se situase en frente de él.

Escuchó una voz proveniende de, posiblemente, uno de los gólems, aunque ni siquiera cambió su expresión, como habitualmente, incluso si la misteriosa voz gritaba a los cuatro vientos, ella ni se inmutaba siquiera. Ella estaba justo enfrente del rostro de madera que asemejaba a un tótem, el cual era el guardián de la puerta de la Rama Europea.

Cerró impasible los ojos azabache, dejando que el viento ondease sus cabellos, los mechones trenzados en tela blanca que caían a nivel de las espaldas así como los pliegues de los uniformes que llevaba. Tintineaban levemente la kodachi a sus espaldas, envainada de forma horizontal, y las doradas anillas que mantenía a expremos de ambos mechones. La plateada luz de la Luna iluminaba la altanera figura de la Capitana, que no se movía, lo cual esperó paciente y distante, hasta que ocurriera algo.

[Relato desde el Guardián]

Me despierto de un profundo sueño. Desde hace días no llegaba ninguna persona al stio y me aburría mucho. Cuando abrí los ojos ví a una chica en frente de mi pensé que tenía una gran fuerza de voluntad, por su apariencia, que inspiraba una seguridad y serenidad que hasta ahora nadie me había proferido. Pensé que no era necesario dudar de la chica, pero el protocolo exige un análisis para comprobar si el llegado es un humano, un akuma, o un mismísimo enviado por el Conde del milenio. Así que abrí bien los ojos y la miré fijamente, rociándola con mis rayos X. Entonces pude comprobar que era una humana, y, al parecer, la inocencia la había asimilado perfectamente. Cesé los rayos X y pensé detenidamente durante 5 segundos. Abrí los ojos y exclamé - Adelante, chica, bienvenida a la Orden Negra - Al instante ya estaba dormido de nuevo...

[Las puertas de la Orden Negra se abren, dejándote paso hacia el interior.]

Unos orbes enormes grises con cruces negras levantaron al Guardián ante la presencia de la Capitana. Entonces fue cuando fue bañada por la amarillenta luz del Guardián cuando éste despertó de su letargo, procediendo a examinar a tan indiferente chica, la cual se quedó quieta cuando procedía el examen y dictaminó su sentencia, sin mencionar palabra alguna.

"Adelante, chica, bienvenida a la Orden Negra."

La luz terminó, pero no cesaba de iluminarle la plateada luz de la Luna, que menguó lentamente, cuando ella, con pasos que hacían murmurar la hierba aunque, cuando pisó secamente losa firme, no se podía notar sonido alguno del calzado que llevaba, sólo un levísimo murmullo, junto con los pliegues de los uniformes, que hacían un frufrú.

[Cambio de Escena]